ANTECEDENTES DE LA INSURGENCIA APRISTA EN AYACUCHO
El régimen de Sánchez Cerro hizo aprobar la ley de emergencia y
seguridad interior para clausurar los locales y la prensa aprista desde
principios del año de 1932. A
partir del mes de Marzo de 1933 se pisoteó la soberanía popular
cuando se publicó la: “Ley Nº 7717 donde
el Presidente de la
República y el Congreso Constituyente dieron la siguiente
Ley: Artículo Primero: Declárese vacante los siguientes representantes: por
Ayacucho ejercida por don Arístides Guillén Valdivia (…)”[1].
Según Cotler (1992) esta confrontación colmó cuando “el día 30 de Abril Sánchez Cerro fue
asesinado, en efecto, la Asamblea
Constitucional le otorgó el mando al Gral. Benavides, quien
impidió el vacío político que pudieron aprovechar los apristas”[2]. Sin embargo,
Benavides se encontró con un panorama político complicado, puesto que en el
ámbito internacional el país enfrentaba un conflicto con Colombia por los
problemas limítrofes; en el plano interno, el país por la crisis económica existía
un descontento popular –liderados por el Apra- sin embargo, Benavides intentó
una tregua política con los Apristas, para lo cual se estableció un gobierno de
paz y concordia, Haya de la Torre fue amnistiado, y
restableció las libertades públicas, no obstante que, esta acción tuvo
oposición del sector oligárquico –a la que él perteneció-. La Unión Revolucionaria
y el diario Comercio pasaron a ser oposición, acusando al gobierno de lenidad y
complicidad con el Apra, que desde el
punto de vista de Cotler “esta situación
pudo llevar a la desintegración de la clase dominante y del Ejército. Ante esta situación el
Presidente optó por postergar
indefinidamente la realización de sus compromisos respecto al
restablecimiento de sus libertades públicas y la convocatoria de las nuevas
elecciones”[3]. La tregua política sólo
duró menos de un año, de tal forma que reiniciaron las pugnas entre el gobierno
y el Apra. Las persecuciones comenzaron y los apristas llamaron a una
insurgencia popular que fueron una de las tantas modalidades de la lucha
política, donde pretendieron no sólo tomar el poder, sino que también
transformar las condiciones sociales del país. En esas circunstancias el líder
aprista en Ayacucho Dr. Arístides Guillén Valdivia en un diario local,
reaccionó a estos acontecimientos y que manifestó lo siguiente:
“La verdad es que la mirada la
situación interna de la nación desde un plano principista, vivimos en el más
completo desorden dentro de una apariencia y tranquila. En la práctica, el
gobierno ha visto en el aprismo el mayor obstáculo para su realización de sus
planes de acción exclusiva en su provecho personal o de grupo con menosprecio
de los sagrados intereses del pueblo. La consiga de gobierno es anular por todo
los medios y por todas las artes la
determinante acción del pueblo en la lucha electoral que debiera realizarse (…)
Pero el aprismo vive alerta, sabemos controlar la actitud oficial, cualquiera
que sea la táctica”[4].
Fue entonces Guillén Valdivia, consciente del Apra como el primer partido de
masas, el primer partido institucional, en la historia del país, que en muy
poco tiempo había logrado asentarse como la oposición más importante de la
política peruana, y, en Ayacucho en este periodo los militantes apristas
estuvieron acosados, inclusive sancionados económicamente por defender los
ideales de Haya de la Torre ,
como se muestra en el siguiente documento: “Que
impuso una multa de cien soles de oro a don Fausto Carrera, por la falta
punible que cometió al hacer la propaganda sediciosa del Apra, y que la multa
coactiva fue destinada a las obras públicas (…)”[5].
De la misma forma el comisario del cuerpo de seguridad reportó al Prefecto departamental
que: “Salvador Ivazeta junto con José
Velarde Orcasitas y Guillermo Artemio Arriarán en estado ebriedad dio vivas al
Apra, en voz baja, sin que los demás que se encontraba a sus lado hayan secundado (…) se le impuso al expresado Ivazeta con el respectivo arresto (…)”[6]. Otro informe
policial esta vez del Teniente comisario
al Prefecto, en el cual comunicó que: “por disposición del Subprefecto lo tenía
detenido a don Jerónimo Gamarra Galindo por haber vivado al Apra”[7]. Es necesario destacar, asimismo, que los
apristas en aquellos años estuvieron vigilados y vulnerados hasta sus
correspondencias, prueba de esa acción se muestra, uno de los informes del
Subprefecto de Parinacochas al Prefecto departamental donde: “remitió una serie de boletines de propagandas
apristas que fueron incautados en el correo
(…) enviados a los elementos apristas como son Eduardo Bustamante, Celestino
Mendoza Enrique Lama entre otros”[8]. Por estas
cuestiones los ánimos de los apristas estuvieron encendidos para un posterior
insurgencia y que en la revolución demostraron que el aprismo era un movimiento esencialmente
comprometido con la defensa de las plenas libertades.
En la misma época llegó de la capital un emisario que trajo un mensaje del
jefe para los aprista de Ayacucho. Aquel emisario fue Raúl Cáceres miembro del
Comité Ejecutivo Nacional del partido aprista y fue también uno de los 23
representantes despojados de su puesto de parlamentarios por la tiranía de los 16 meses. Aquí el
mensaje según el detalle:
“Compañeros apristas del departamento de
Ayacucho a Ustedes mi fraterno saludo aprista. Los aprista de todo el Perú
hemos demostrado que no nos vendemos ante la amenaza y el ensañamiento y
especialmente en Lima, donde la campaña civilista contra nosotros ha culminado
y suplimos resistir con entereza y mantenernos hasta hoy la fuerza de nuestra
organización y a la de nuestro destino”[9].
Las sublevaciones fueron planificados para realizar a nivel nacional, tal
vez se apresuraron con la promulgación de la Ley
No 7918 del día 08 de
Noviembre de 1934 en la que el gobierno nacional aplazaba las elecciones de Senadores y Representantes,
cuyo tenor mostramos aquí:
“El Presidente
de la República.- por
cuanto: el Congreso Constituyente ha dado la ley siguiente. Artículo 1º Aplazase la elección de Senadores y
Representantes que deben realizarse el
11 de Noviembre del Presente año. Artículo 2º.- el Poder Ejecutivo
designará la fecha de las elecciones de Senadores y Representantes una vez que
se haga depurado el registro Electoral Nacional. Y se encuentren debidamente
constituidos todos los organismos electorales. Artículo 3º.-En el caso de que
se declare nula la elección que favorece
a un candidato, el Poder Ejecutivo convocará inmediatamente a elección parcial
para reemplazar al inhabilitado: Comuníquese al Poder Ejecutivo para su
promulgación: casa de Congreso en Lima a los siete días del mes de Noviembre de
mil novecientos treinta cuatro. Clemente Revilla. Presidente del Congreso. M. Wenceslao
Delgado. Secretario del Congreso.
Por tanto:
mando se publique y cumpla dado en la
casa de gobierno en Lima a los ocho días del mes de Noviembre de 1934: O. R.
Benavides A. Henriod”[10].
El día 24 del mismo mes el partido aprista fue declarado ilegal. Entonces
los ánimos de los seguidores de Víctor
Raúl se exacerbaron aún más. Que según Villanueva
(1976) las sublevaciones de a nivel nacional estuvo organizado de la
siguiente manera: “Julio Cárdenas, fue
nombrado coordinador del PAP para la insurgencia en la zona central, Manuel
Arévalo y Leopoldo Pita fueron para la
zona norte, Hernán Boggie para Lima y Rómulo Meneses para el Sur; como jefes
locales se nombró a Arístides Guillén para Ayacucho, Cirilo Cornejo para
Huancavelica, Noe Ordóñez para Cuzco, León Gamboa para Huancayo; entre los
oficiales comprometidos para la región
del Centro habrían estado el Comandante Beytia en Ayacucho, el
Comandante Clodomiro Rosas en Huancayo, Mayor Larco en Huanuco y Capitán Bedoya
en Huanta”[11]. En efecto la insurrección
al ser descubierta en la capital, por mandato de “Haya de la Torre
se ordenó a Pedro Muñiz dar la contra orden en todo los lugares, donde iba a
producirse la revolución, sin embargo ésta contra orden llegó oportunamente a otros
lugares pero tardíamente a Ayacucho y Huancavelica”[12].
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