FUNDACIÓN DEL PARTIDO APRISTA PERUANO
Durante la vida
republicana en nuestra política del siglo XX en el tercer decenio ocurrió un
hecho histórico, “en la noche de 20 de
Setiembre de 1930, un grupo de trabajadores manuales e intelectuales, reunidos
en un taller de ebanistería, en el barrio de la Victoria, Lima aprobaron
y suscribieron el Acta de Inauguración de la Sección de APRA en la ciudad de Lima”[1]
El Partido
Aprista Peruano surgió en un crucial periodo de nuestra historia republicana,
en cuanto a los partidos políticos tradicionales no lograron sobrevivir la
prolongada autocracia del Oncenio. Tal es así que el Partido Civil o civilista feneció
de forma oficial cuando los representantes más notables como: los doctores Matías
Manzanilla y Manuel Vicente Villarán expresaron al corresponsal de “La Nación” de Buenos Aires que el Partido Civil
había dejado de existir; en tanto el partido de don Nicolás de Piérola “El Partido Demócrata” casualmente había
desaparecido después de la muerte del Califa[2]. Aunque
algunos años más muy esporádicamente tuvo la vigencia en la formación de
coaliciones en épocas electorales. La misma suerte corrió con el Partido Demócrata
Reformista de Leguía, que con la muerte del dictador desapareció en 1930.
La
significativa contribución del naciente Partido Aprista Peruano como partido
político en el Perú fue: “en la gran inquietud que despertó en los
jóvenes, principalmente entre los estudiantes y trabajadores, alcanzando
organizar una fuerza auténticamente popular a través de la cual movilizaron a los
sectores mayoritarios que hasta entonces había permanecido al margen del
acontecer político del país”[3]. De manera que se
podría decir que el Partido Aprista Peruano había conseguido colocar al pueblo
en la categoría de protagonista de su propio destino, esto fue a base de una
intensa disertación ideológica de sus líderes y un esfuerzo tenaz de
movilizaciones políticas como también la organización partidaria y acciones en
defensa de los sectores más explotados.
El otro punto
que quiero resaltar aquí es que antes de suscribir el Acta de Inauguración de la Sección de Apra en Lima, existían ya constituidos varios secciones apristas
en otros países. Tal fue el caso de la célula aprista de Paris (Francia) que
funcionó desde el año de 1927, las secciones
del Apra en Costa Rica, México, Santo Domingo, Bolivia, en Argentina existió dos células activas uno en Buenos Aires con
Juan de Dios Merel Dulanto y en la
Plata con Luis E. Heysen, sin embargo faltaba en el país donde
nació Haya de la Torre.
Cuando se
vislumbraba la caída de Leguía en aquella época, “los apristas multiplicaron sus actividades especialmente en las
Secciones Apristas de México y Buenos Aires, para lo cual designaron a Luis E. Heysen y Luis Eduardo
Enríquez por orden de Haya de la Torre”[4] para que organice
los preparativos de la creación del Sección Aprista en el Perú. Entonces,
Enríquez retornó al país por vía Cuzco en el mes de Abril de 1930, pero cayó en
poder de la policía y fue apresado, con la caída de Leguía el 22 de Agosto de
1930, el nuevo gobierno dio amnistía política y así salieron muchos apristas
entre ellos, Luis Eduardo Enríquez.
Justamente los
miembros del nuevo Partido Aprista Peruano: “se reunieron consecuentemente los meses anteriores en la misma vivienda
donde se suscribió el Acta, la residencia perteneció a Carlos Muñoz ubicado en
la calle “El Milagro” de la ciudad de Lima”[5]. Conforme
se puede verificar en los diversos textos publicados, el Acta de Inauguración de la Sección del Apra en Lima”[6] en donde
se constituyó un Comité Ejecutivo fue encargado la Secretaría General
al odontólogo de origen cuzqueño Luis Eduardo Enríquez; la comisión de economía
a Alfredo Gamboa, además las comisiones de propaganda y disciplina, y también
aprobaron la publicación de un semanario titulado “Apra” como vocero oficial. “En aquella reunión participaron líderes apristas como Alcides Spelucín,
Magda Portal, Serafín del Mar –seudónimo del escritor huancaíno Reynaldo
Bolaños-, Francisco Galarreta, Arturo Bravo Pinto, Emilio D. Puente entre otros”[7].
Sin embargo, desde
la creación de este nuevo partido político, los apristas fueron perseguidos y
encarcelados. Hoy el Apra es uno de los partidos políticos más longevos de
nuestro país. A la fecha cuenta con más de ocho decenios de vida política
ininterrumpida. No obstante que dentro de este periodo tuvo épocas de virajes,
retrocesos y triunfos, de modo que los apristas rememoran las épocas de
persecuciones políticas también los encarcelamientos en los gobiernos
dictatoriales de Sánchez Cerro, Benavides y
Odría. Estas épocas incluso: “fueron
declarados como ilegal y proscrito”[8]. A estas pesadumbres de los apristas,
Basadre refirió al respecto:
“Poco después
de establecerse el nuevo partido fue perseguido como eran las organizaciones de
la extrema izquierda. La persecución
alcanzó a los principales dirigentes del Apra (...) Seoane fue
desterrado a Buenos Aires junto a Luis Heysen, acusados ambos de actividades
conspirativas al gobierno peruano (...)”[9].
En 1932 las
persecuciones continuaron con mayor tenacidad por el gobierno de Sánchez Cerro[10],
veintitrés representantes apristas ante la Asamblea Constituyente
fueron desaforados, perseguidos y posteriormente desterrados. El día 7 de Julio
del mismo año amaneció entre balas y movimientos callejeros. Se había iniciado
un proceso de revolución en Trujillo liderado por un militante aprista de nombre Manuel Barreto a
quien la gente, por su contextura robusta lo llamó como “el Búfalo”. Este fue un
líder obrero aprista nacido en Callao al parecer los apristas le deben su
seudónimo a este hombre.
Los
revolucionarios llegaron a tomar la ciudad, y fue: “nombrado el Prefecto del pueblo Agustín Haya de la Torre, hermano del fundador
del Apra”[11]. La respuesta del gobierno de turno fue muy aplastante y dramática, en efecto, “miles de aprista fueron perseguidos, torturados y fusilados en
Trujillo. Aun así, el proceso revolucionario que se había
iniciado en Trujillo”[12]. Posteriormente fue
secundado pronto por movilizaciones populares en diferentes puntos del país:
Cajamarca, Huaraz, Huancavelica
posteriormente en Ayacucho.
El día 30 de
Abril de 1933 fue asesinado Sánchez Cerro[13]. Lo
sucedió en el poder el General Benavides, reiniciando una nueva y dura etapa de
persecución de los apristas. La represión continuó y los presos políticos del
Real Felipe, realizaron huelga de hambre para entonces, el proceso contra Haya
de la Torre
cobró un giro inesperado. “En el mes de
mayo del mismo año, los empleados del juzgado se constituyeron a la cárcel con
el objetivo de realizar la declaración instructiva de Haya de la Torre”[14]. Según Murillo (1976), el líder aprista se negó
cooperar y declarar dicha instructiva, sin embargo, por consecuencias de un
criminal atentado en su celda, Haya de la Torre fue liberada. En el mes de Agosto de 1933
se dictaron algunas medidas a favor de los perseguidos políticos, entre ellas, la ley 7782
para los presos políticos, la autorización de las libertades
públicas y el corte a todos los juicios
de excepción de las acciones
protagonizadas por la corte marcial que se refería fundamentalmente a los
expatriados. En el mes de Octubre se reabrieron los locales del partido y, pese
a la oposición de los remanentes sanchecerristas, el diario de circulación
nacional “La Tribuna” volvió a
circular. Se inauguraron 20 locales de
la universidad popular “González Prada”.
También se inauguraron los primeros comedores populares del pueblo. Volvían los
desterrados quienes impulsaron la reorganización de la maquinaria del partido. Y en el mes de noviembre
en la Plaza de
Toros de Acho[15]
nuevamente se reunió el pueblo para escuchar las propuestas del fundador del
Apra.
Todo parecía
que andaba bien, hasta que Riva Agüero fue nombrado presidente del gabinete del
General Benavides en 1934, inmediatamente reinició una nueva y dura etapa de
persecución al partido aprista peruano. Sin embargo los apristas reclamaron
elecciones limpias al Gral. Benavides, igualmente la reincorporación de los
parlamentarios destituidos, y también exigieron la derogatoria de la Ley de Emergencia que estuvo vigente.
El descontento de la población creció cada vez más por los rumores
sobre una probable postergación de las
elecciones. En efecto, en: “un breve
tiempo, con el apoyo de la
Alianza Nacional y un grupo de militares en actividad
intentaron sublevarse con resultados
insignificantes. Se produjeron los actos de insurgencia en defensa de los
derechos del pueblo. Por delación se frustró la conspiración y fueron apresados
más de 200 apristas”[16]. En el año de 1935
el partido aprista fue declarado ilegal, el sustento de tal determinación fue
en que en el Art. 53 de la
Constitución del 1933, declaró fuera de la ley a los partidos
políticos de carácter Internacional. En 1936 se ratificó la medida que
proscribió al partido de Haya de la
Torre impidiéndosele la participación en las elecciones
generales. En 1937 en el norte de Lima fue asesinado uno de los mejores líderes
Manuel Arévalo Cáceres, al capturarlo lo
aplicaron la Ley
de la fuga disparándole un artero balazo por la espalda. “Estas dramáticas situaciones de los aprista hasta el
años de 1945, fueron sometidos a una implacable persecución, denominada como la
gran clandestinidad”[17]. Y que después prosiguieron durante el gobierno del Gral. Odría. De hecho estos
acontecimientos formaron, forman y formarán parte de las memorias de los
apristas. Cómo son recordados por sus militantes especialmente en Ayacucho.
En consecuencia
el Apra fue el primer partido
moderno y de masas de nuestro país; adoptó una ideología propia que pretendía
repensar el país desde una óptica marxista latinoamericana; se dotó de una
organización, una mística y una disciplina férrea que le permitieron sobrevivir
duras épocas de persecuciones y encarcelamientos, así como cambios drásticos en
su línea político-doctrinaria; protagonizaron los momentos más importantes de
la historia política peruana de las últimas ocho décadas. Para los peruanos de todas las edades, el Apra es un referente
importante de sus pasiones y certidumbres políticas: de hecho, resulta casi
imposible permanecer indiferente a su presencia, a su legado histórico y a su
conocido -aunque cambiante- apego por
los símbolos y rituales partidarios.
En la actualidad este cuaderno de
Acta que registra aquel episodio se conserva en el archivo del Partido Aprista
Peruano en Av. Alfonso Ugarte Nº 1012
Lima –casa del pueblo- el cuaderno tiene las siguientes características:
cuaderno escolar de pasta roja, y que según Murillo había sido adquirido al
precio de 30 centavos en la librería “Herrera Méndez” en la esquina Juan Pablo
y Trinidad, y que posteriormente estuvo en el poder del abogado trujillano
Francisco Galarreta por un periodo de 30 años.
Basadre,
Jorge “Historia de la
República del Perú”
tomo XII, p. 128. 1970
En homenaje
a los 75 años del episodio en Trujillo,
el congresista por Apra Luis Negreiros Criado manifestaba. “Que dura es la
tarea de volver a la revolución de Trujillo imponiendo la serenidad y
objetividad que nos exigen los 75 años transcurridos desde que
aquella luctuosa madrugada de 7 de Julio de 1932 (…)”. Véase La Tribuna 06 de Julio de
2007 p. 12.
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