El concepto de poder
El concepto de poder es
tan antiquísima como el mismísimo hombre; en ese sentido, el poder simboliza un
bien preciado que muchos buscan conseguir de diversas formas, y una forma de
esas, es a través de la vía política. Por consiguiente, el poder ha sido estudiado
con mayor amplitud por Bobbio (1993), pues según él el poder es:
“la capacidad de obrar, de producir
efectos; y puede ser referida ya sea a individuos o seres humanos como a
objetos o fenómenos de la naturaleza (...) Entendido en sentido específicamente
social (...) se precisa y se convierte, en la genérica capacidad de obrar, en
capacidad del hombre de determinar la conducta del hombre: poder del hombre
sobre el hombre. El hombre no es sólo el sujeto sino también el objeto del
poder social”[1].
Entonces, desde el
enfoque de Bobbio el poder en la sociedad puede estar considerado de forma
desigual, ya que “mientras unos lo poseen, otros son en quienes recae; en tal sentido,
es en la política, donde el poder obtiene su máxima expresión. En cuanto no es factible
estudiar el poder, como fenómeno social, separado de la cuestión política”.
En ese orden de ideas,
Giddens (1997) es quien hizo bastante estudios al respecto, de manera que, según
este, “las relaciones entre Estado, y poder, se ven caracterizadas por el hecho
de que el primero, para su buen funcionamiento como Gobierno” (y, por consiguiente,
constituyente del bienestar social), tiene que actuar en paralelo con la
sociedad, "El Estado y la sociedad deberán actuar asociados, no solo para
tener control, sino que también para cada uno para ayudarse mutuamente. El tema
de la comunidad es fundamental para la nueva política, pero no solo como lema
abstracto[2]", solo de esta forma
se conseguirá que el Estado no tenga un poder autoritario y monopolizador.
Otro autor que aborda el
tema es Foucault (1990), desarrolla el problema del poder y la dominación, asevera
“que estos siempre han de ir de la mano, inclusive, señala que el intelectual
es perseguido debido al saber que posee; según el autor, es, un "peligro
político". Lo cual nos conduce a una reflexión fabulosa respecto de los
movimientos de izquierda desarrollados en la Segunda Guerra Mundial, “en los
cuales muchos intelectuales fueron perseguidos de forma enérgica y extrema,
encarcelados o ejecutados”. Para tal fin, desde la perspectiva de Bobbio, que “al
verse inmerso en una injusta subordinación ante un poder exagerado e indigno, se
incorporó en las filas de movimientos que iban en contra del sistema para
mostrar su inconformidad”.
Mientras, según el enfoque
Foucault, el poder predomina porque según él, “(...) no pesa solamente como
fuerza que dice que no, sino que de hecho circula, produce cosas, induce al
placer, forma saber, produce discursos; es preciso considerarlo más como una
red productiva que atraviesa todo el cuerpo social que como una instancia
negativa que tiene como función reprimir”[3].
No obstante, tanto la sociedad
y el poder se complementan y por ende sirven de guía para sostener una postura
general dentro de la descripción de las relaciones humanas. En virtud del cual,
“los sistemas de representación tienen el poder otorgado por la sociedad civil
para reprimirla si ésta comete alguna sanción, que ella misma condena; y es
gracias a ella, que la política se deja entrever como medio para alcanzar la
formación de la parte representativa”. Entonces surge la interrogante ¿la
política será un medio para la obtención del poder o el fin mismo perseguido
por la sociedad civil?
Para responder a esta
pregunta analicemos la postura de Weber (1979) respecto de la política y que
según él es “(…) una dura y prolongada penetración a través de tenaces
resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura. Es
completamente cierto, y así lo prueba la Historia, que en este mundo no se
consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez”[4].
En consecuencia, los
autores presumen “que el uso del poder dentro de la política se deberá de
considerar más como un medio que como un fin, donde la obtención de la subordinación
de los otros, se dará sin necesidad del uso de la fuerza, sino mediante la
persuasión”.