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lunes, 19 de agosto de 2013

El Liderazgo Político

1.      El Liderazgo

Antes de definir que es, o que debería ser el liderazgo, debemos tener clara la diferencia entre líder y liderazgo, puesto que cuando se habla de líder, se está hablando de personas especificas dentro de una organización, mientras que el liderazgo nos habla de la función, del trabajo del líder.

El término liderazgo ha sido ampliamente discutido desde diversas perspectivas tales como sociológicas, políticas, económicas entre otras. Por tales considerandos, se debe mencionar que no existe un significado único de liderazgo, en su defecto puede ser definida en relación con la diversidad de objetivos y propósitos de una organización o grupo. Sin embargo, en los últimos años han tendido a predominar nociones provenientes del mundo de la administración de negocios, al parecer preocupadas en lo esencial por la eficacia del liderazgo, según Heifetz (1997) liderazgo es la capacidad de proporcionar las funciones directivas asociadas con las posiciones de nivel superior[1]. Otra óptica al respecto es de Morín (1983) es el conjunto de las actividades, y sobre todo de las comunicaciones interpersonales, por las que un superior en jerarquía influye en el comportamiento de sus subalternos, en el sentido de una realización voluntariamente eficaz de los objetivos de la organización y del grupo[2]. Chiavenato (2003), el liderazgo es la influencia interpersonal ejercida en una situación, dirigida a través del proceso de comunicación humana a la consecución de uno o diversos objetivos específicos[3].

En consecuencia podemos sostener que el liderazgo es un conjunto de hábitos positivos y cualidades que motivan y permiten a una persona conducir a un grupo de individuos al logro de fines superiores por caminos donde existen obstáculos, pero aferrados por principios y valores de alto contenido moral.

2.      El Liderazgo Político

Desde la perspectiva clásica se asume que el liderazgo no es bueno ni malo en sí mismo, sino que es un medio cuya bondad o maldad está dada por sus objetivos, se tiene también que asumir que el fin del liderazgo político es la cuestión crucial para determinar si favorece o no la comunidad o el grupo al que el líder pertenece.

Ahora bien, según Vega (1989) es la relación que se establece dentro de una coyuntura concreta y dinámica, entre una personalidad y una situación de grupo en el cual el objetivo central es la conquista y el control del Estado o de los instrumentos para influirlo, por parte de ese grupo[4]Pues bien, durante muchos años, los líderes políticos recibían no un mandato sino que una delegación de poder, actuando con amplios niveles de autonomía. En la actualidad, los ciudadanos no desean líderes políticos autoreferenciales, sino activos representantes de sus intereses y necesidades.

Por consiguiente, al ejercicio del liderazgo político se le imponen nuevos límites, básicamente asociados a la idea de que el mandato que reciben no les exonera de rendir cuentas a sus concuidadanos e, incluso, en caso de que esa rendición de cuentas no satisfaga a los mismos, ser removidos de sus cargos. Si bien esto en las democracias contemporáneas es todavía una idea joven y una práctica incipiente, no existe duda que las tendencias marcan la ruta hacia ese escenario, como condición que haga viable la existencia de esas democracias en el tiempo.

Así, los líderes políticos dentro de unos decenios más estarán determinados por una doble condición: por un lado, los límites que la sociedad le imponga como resultado del desarrollo de sus instituciones y de las capacidades autónomas de los ciudadanos para controlar sus acciones; y, por el otro, los referentes éticos que -de manera inherente- desarrollen como resultado de su evolución personal en la práctica de vivir en democracia.

3.      Relación entre Autoridad y Poder

Esta relación es fundamental para la comprensión del liderazgo político. Muchas veces el liderazgo ha sido visto como una consecuencia de la autoridad, en tanto se entiende que el líder es aquel que detenta la autoridad en el grupo, organización o comunidad de que se trate. En nuestra visión, el liderazgo está dado no sólo por la autoridad conferida sino por el poder efectivo que el líder pueda ejercer. En este sentido el poder es una condición inmanente al liderazgo, quedando al carácter o integridad del líder y a las normas del grupo y organización, el que ese poder sea usado para los objetivos establecidos.

Esta idea es central cuando se habla de liderazgo político en democracia, dado que el poder en la democracia debe ser encauzado institucionalmente, preferiblemente a través de una autoridad legítima, de modo que el líder responda a los intereses de la sociedad y esté sujeto a límites precisos. La existencia de instituciones tiene una doble condición: permite que el líder político pueda gobernar, es decir, -favorece la eficacia del liderazgo-  al otorgarle legitimidad en el uso del poder y la autoridad; pero también permite, en caso de que ese líder no represente de manera efectiva los intereses de la sociedad, contar con mecanismos que permiten su relevo por vías pacíficas y también legítimas.

4.      La carisma política y su influencia en la generación del liderazgo

Friedman (1981) y Kaplan (1991) (citados por Goleman, 2001)[5], refieren que es notoria la importancia de las habilidades sociales, como sistema que ponen en funcionamiento las personas expertas en el arte de influir en los demás, gracias a ciertas habilidades que facilita y moviliza adecuadamente las emociones; es decir, necesita de varias competencias socioemocionales y cognitivo-emocionales, de las cuales podemos destacar las siguientes apreciaciones:

a.       La capacidad de influencia social, dicho de otro modo, las personas empáticas y con carisma política, poseen herramientas eficaces de persuasión, captando la atención de grupos y personas en base a estrategias para recabar el consenso, el interés y el apoyo de los demás, siendo creativos para propiciar acciones a fin de exponer y sustentar sus opiniones.
b.      El nivel experto en la comunicación, por su aptitud sobresaliente en escuchar abiertamente y mandar mensajes convincentes a los demás. Saber dar y recibir mensajes, captar señales emocionales oportunamente con personas y grupos; ello les permite abordar las situaciones difíciles, buscar la comprensión mutua, compartiendo la comunicación y alentando la comunicación abierta y sincera. Estas personas con carisma otorgan importancia al estado de ánimo creado para establecer una solución adecuada con los demás, manteniendo la calma.
c.       El manejo de los conflictos, por su capacidad en la negociación y la resolución de desacuerdos. Las personas carismáticas aprenden a manejar a las personas difíciles y las situaciones tensas con diplomacia y tacto. Al reconocer los conflictos, sacan a la luz los desacuerdos entre personas y grupos, fomentando la reducción de la tensión, alentando el debate y la discusión abierta. Estas personas buscan el modo de llegar a soluciones satisfactorias. Su adecuada percepción del ambiente y de las tendencias políticas, les permite aportar soluciones, interpretar señales resolviendo de manera creativas los conflictos.
d.      La capacidad de ser catalizadores del cambio, en cuanto a ser expertos en iniciar o controlar el cambio. Los líderes con amplia conciencia de la experiencia y realidad política, muestran un perfil adaptativo y flexible, siendo capaces de reconocer la necesidad de cambiar y eliminar barreras, desafiando el status quo y facilitan que todos reconozcan la necesidad del cambio, tan importante hoy en día en las organizaciones empresariales y políticas; por ello promueven el cambio, consiguiendo que otros hagan lo mismo, modelan el cambio de los demás.
e.       La capacidad de liderazgo, en virtud de saber inspirar y guiar a los individuos y grupos. Las personas con amplia y eficaz conciencia política, articulan y estimulan el entusiasmo por las perspectivas, visiones y los objetivos compartidos. El líder cuando resulta necesario, sabe tomar decisiones independientemente de su posición personal. Su adecuado enfoque político le permite guiar el desempeño de los demás y principalmente liderar con el ejemplo, siendo modelo de eficacia y confianza, infundiendo energía positiva. los líderes demuestran un perfil de capacidades asociado al carisma político: motivación de logro, confianza en sí mismo, compromiso, influencia, pensamiento estratégico, fluidez creativa, entre otras[6].
Por lo tanto en la nueva época que estamos viviendo, se marca la falta de liderazgo político, por eso es importante pensar en un relevo generacional, es decir, que nuevos líderes tomen las riendas de los partidos políticos, pero con nuevas ideas, nuevos conceptos; nuevas formas de hacer política, que nos ayude a conseguir el bienestar de la población. Si logramos alcanzar éstas metas, estaremos construyendo un nuevo liderazgo político.



[1]   Heifetz, Ronald. (1997)  Liderazgo sin respuestas fáciles. Paidós, España, pp. 45-56.
[2] Morin, Gaetan (Ed): Los aspectos humanos de la organización, ICAP, San José, 1983. Pág. 241.
[3] Chiavenato, Idalberto. (2003). Introducción a la teoría general de la administración. México: Editorial Mc Graw Hill.
[4] Vega, José Luis. (1989) Liderazgo político, en Diccionario Electoral, IIDH/CAPEL, primera edición, San José, p. 466.
[5] Goleman, Drucker. (2001). La práctica de la Inteligencia Emocional. Buenos Aires: Kairós.

domingo, 18 de agosto de 2013

Ícono a seguir Grau, Bolognesi y Alfonso Ugarte: los héroes que no debemos olvidar nunca (...)

Grau, Bolognesi y Alfonso Ugarte: los héroes que no debemos olvidar nunca[1].

Gesta. Historiadores Ernesto Yepes, Manuel Burga y José de la Puente recuerdan el valor histórico de los tres grandes héroes de la guerra contra Chile. Esto en vísperas de que la Corte de La Haya emita su fallo sobre el diferendo marítimo con el país del sur.
Más de 130 años han pasado de sus gestas, pero sus espíritus no se desvanecen en las aguas de Angamos ni en el polvo de Arica. El almirante Miguel Grau y los  coroneles Francisco Bolognesi y Alfonso Ugarte siguen siendo héroes máximos de nuestra historia. Los tres sabían que enfrentaban una guerra que los llevaría, indefectiblemente, a la muerte.  
 Ninguno escapó del deber que le encargó la patria. Grau, a bordo del Huáscar en el Combate de Angamos, el 8 de octubre de 1879; Bolognesi y Ugarte, el 7 de junio de 1880 en el Morro de Arica, frente a un ejército chileno inmensamente mayor y mejor preparado. A semanas de que la Corte de La Haya cierre el diferendo marítimo con Chile, buscamos a tres historiadores para que nos hablen del valor de cada uno de ellos y de su importancia histórica en la vida de nuestro país.
 El historiador Ernesto Yepes recuerda que el caso de Miguel Grau  es el más dramático porque él era consciente de las limitaciones que la escuadra peruana tenía en ese momento. "Grau venía a Lima a pedir recursos y se encontraba con que no había presupuesto, había limitaciones", rememora.     
Sin embargo, a pesar de la falta de preparación, Grau se fue a enfrentar a la escuadra chilena. El 8 de octubre se encontró ante el Cochrane, Blanco Encalada, Loa y Covadonga. Y dio su última batalla.  "A pesar de que no estaba preparado para el combate, Grau salió y dio la vida. Esto nos hace reflexionar que hay tareas colectivas a las que no podemos renunciar. Sabía que su marinería no estaba lo suficientemente entrenada, pero enfrentó a los chilenos", apunta Yepes.
 El historiador Manuel Burga recuerda que si bien el Huáscar le permitió a Miguel Grau ganar combates importantes, entre ellos el de Iquique, donde cayó el chileno Arturo Prat, sabía de la superioridad del sur. "Grau murió en combate, como héroe que defendió la incursión de Chile por el mar. Es un ejemplo de valor en la defensa de la patria", sostiene.
No se debe olvidar tampoco que para la Guerra del Pacífico, nuestro país no estaba bien armado  porque los civilistas, con Manuel Pardo a la cabeza, no distinguieron bien las estrategias chilenas. Además que la clase alta peruana tenía vinculaciones con su par chilena y no percibía el enorme peligro de la potencia del sur.
Bolognesi y Ugarte
Nueve meses después de la gesta de Grau, en el Morro de Arica Francisco Bolognesi y el coronel Alfonso Ugarte tuvieron una acción igual de heroica.  A Bolognesi, el mayor chileno José de la Cruz Salvo le pidió rendirse, pero su respuesta está grabada en la historia y fue la de quedarse  "hasta quemar el último cartucho".
"Bolognesi hacía pedidos de ayuda a Arequipa. En ese sentido, ni la falta de comunicación lo alteró y siguió esperando hasta el último minuto. Sabía el papel que debía jugar. Pensó que su patria, que tenía tantos tropiezos, tenía que sentir que había un grupo que lucharía hasta quemar el último cartucho. Demostró que el compromiso colectivo mueve montañas", recuerda el historiador.
Alfonso Ugarte, joven de 33 años, afortunado empresario y de familia adinerada, fue quien, con su propio peculio, formó un batallón integrado por obreros y artesanos a pesar de que estaba a punto de viajar a Europa para casarse.  "Él tenía un gran futuro, pero se quedó para enfrentar la guerra a pesar de que sabía que estaba condenado a perecer porque en Arica los peruanos estaban rodeados y solos. Es lo importante de esa gesta, a pesar de las semanas de abandono no pusieron un pretexto para rendirse", acota Ernesto Yepes.
  Grau, Bolognesi y Alfonso Ugarte son un ejemplo de fidelidad al cumplimiento del deber, afirma el historiador José de la Puente Candamo. En la valoración de los tres, el estudioso afirma que demostraron la fidelidad a la Nación a través del coraje personal y de la capacidad profesional. "La falta de preparación para la guerra no bajó el nivel de coraje, sobre todo en los marinos, donde el  desnivel era mayor. "Grau luchó como si la victoria fuera posible, fue heroísmo limpio. Cumplieron", ratifica. 
Una oración por Miguel Grau
Al abordar la guerra contra Chile, el gran historiador Jorge Basadre rescató para la historia el discurso que dio el presidente José Luis Bustamante y Rivero al inaugurar el monumento a Miguel Grau en 1946. Basadre dijo que aquel discurso de Bustamante "fue una auténtica oración" y que es uno de los mejores elogios al héroe de Angamos.
 "Vuestra nave minúscula ha crecido, Almirante -dijo-, y hay un sutil poder de fuego que envidian los cañones en el silencio austero de sus cubiertas desmanteladas. No fue infructuoso vuestro sacrificio ni un vano gesto la inmolación de quienes, con vos, cayeron en la brega; vuestras sombras augustas presiden nuestros mares; y hay un altar para vuestro busto en cada nave de nuestra flota, y un rincón de emoción en cada pecho de nuestros marinos".


[1] Loayza Jorge. (2013, Agosto 18). La República. Lima.

lunes, 5 de agosto de 2013

LA MEMORIA EMBLEMÁTICA DE LA INSURGENCIA APRISTA EN AYACUCHO DE 1934.

ANTECEDENTES DE LA INSURGENCIA APRISTA EN AYACUCHO

El régimen de Sánchez Cerro hizo aprobar la ley de emergencia y seguridad interior para clausurar los locales y la prensa aprista desde principios del año de 1932. A partir del mes de  Marzo de 1933 se pisoteó la soberanía popular cuando se publicó la: “Ley Nº 7717 donde el Presidente de la República y el Congreso Constituyente dieron la siguiente Ley: Artículo Primero: Declárese vacante los siguientes representantes: por Ayacucho ejercida por don Arístides Guillén Valdivia (…)”[1]. Según Cotler (1992)  esta confrontación colmó cuando “el día 30 de Abril Sánchez Cerro fue asesinado, en efecto, la Asamblea Constitucional le otorgó el mando al Gral. Benavides, quien impidió el vacío político que pudieron aprovechar los apristas”[2]. Sin embargo, Benavides se encontró con un panorama político complicado, puesto que en el ámbito internacional el país enfrentaba un conflicto con Colombia por los problemas limítrofes; en el plano interno, el país por la crisis económica existía un descontento popular –liderados por el Apra- sin embargo, Benavides intentó una tregua política con los Apristas, para lo cual se estableció un gobierno de paz y concordia, Haya de la Torre fue amnistiado, y restableció las libertades públicas, no obstante que, esta acción tuvo oposición del sector oligárquico –a la que él perteneció-. La Unión Revolucionaria y el diario Comercio pasaron a ser oposición, acusando al gobierno de lenidad y complicidad  con el Apra, que desde el punto de vista de Cotler “esta situación pudo llevar a la desintegración de la clase dominante  y del Ejército. Ante esta situación el Presidente optó por postergar  indefinidamente la realización de sus compromisos respecto al restablecimiento de sus libertades públicas y la convocatoria de las nuevas elecciones”[3]. La tregua política sólo duró menos de un año, de tal forma que reiniciaron las pugnas entre el gobierno y el Apra. Las persecuciones comenzaron y los apristas llamaron a una insurgencia popular que fueron una de las tantas modalidades de la lucha política, donde pretendieron no sólo tomar el poder, sino que también transformar las condiciones sociales del país. En esas circunstancias el líder aprista en Ayacucho Dr. Arístides Guillén Valdivia en un diario local, reaccionó a estos acontecimientos y que manifestó lo siguiente:
“La verdad es que la mirada la situación interna de la nación desde un plano principista, vivimos en el más completo desorden dentro de una apariencia y tranquila. En la práctica, el gobierno ha visto en el aprismo el mayor obstáculo para su realización de sus planes de acción exclusiva en su provecho personal o de grupo con menosprecio de los sagrados intereses del pueblo. La consiga de gobierno es anular por todo los medios  y por todas las artes la determinante acción del pueblo en la lucha electoral que debiera realizarse (…) Pero el aprismo vive alerta, sabemos controlar la actitud oficial, cualquiera que sea la táctica”[4].
Fue entonces Guillén Valdivia, consciente del Apra como el primer partido de masas, el primer partido institucional, en la historia del país, que en muy poco tiempo había logrado asentarse como la oposición más importante de la política peruana, y, en Ayacucho en este periodo los militantes apristas estuvieron acosados, inclusive sancionados económicamente por defender los ideales de Haya de la Torre, como se muestra en el siguiente documento: “Que impuso una multa de cien soles de oro a don Fausto Carrera, por la falta punible que cometió al hacer la propaganda sediciosa del Apra, y que la multa coactiva fue destinada a las obras públicas (…)”[5]. De la misma forma el comisario del cuerpo de seguridad reportó al Prefecto departamental que: “Salvador Ivazeta junto con José Velarde Orcasitas y Guillermo Artemio Arriarán en estado ebriedad dio vivas al Apra, en voz baja, sin que los demás que se encontraba  a sus lado hayan secundado (…)  se le impuso al expresado Ivazeta  con el respectivo arresto (…)”[6]. Otro informe policial esta vez  del Teniente comisario al Prefecto, en el cual comunicó  que: “por disposición del Subprefecto lo tenía detenido a don Jerónimo Gamarra Galindo por haber vivado al Apra”[7].  Es necesario destacar, asimismo, que los apristas en aquellos años estuvieron vigilados y vulnerados hasta sus correspondencias, prueba de esa acción se muestra, uno de los informes del Subprefecto de Parinacochas al Prefecto departamental donde: “remitió  una serie de boletines de propagandas apristas  que fueron incautados en el correo (…) enviados a los elementos apristas como son Eduardo Bustamante, Celestino Mendoza Enrique Lama entre otros”[8]. Por estas cuestiones los ánimos de los apristas estuvieron encendidos para un posterior insurgencia y que en la revolución demostraron que el aprismo era un movimiento esencialmente comprometido con la defensa de las plenas libertades.
En la misma época llegó de la capital un emisario que trajo un mensaje del jefe para los aprista de Ayacucho. Aquel emisario fue Raúl Cáceres miembro del Comité Ejecutivo Nacional del partido aprista y fue también uno de los 23 representantes despojados de su puesto de parlamentarios  por la tiranía de los 16 meses. Aquí el mensaje según el detalle:
“Compañeros apristas del departamento de Ayacucho a Ustedes mi fraterno saludo aprista. Los aprista de todo el Perú hemos demostrado que no nos vendemos ante la amenaza y el ensañamiento y especialmente en Lima, donde la campaña civilista contra nosotros ha culminado y suplimos resistir con entereza y mantenernos hasta hoy la fuerza de nuestra organización y a la de nuestro destino”[9]
Las sublevaciones fueron planificados para realizar a nivel nacional, tal vez se apresuraron con la promulgación de la Ley No 7918 del día 08 de  Noviembre de 1934 en la que el gobierno nacional aplazaba  las elecciones de Senadores y Representantes, cuyo tenor mostramos aquí:
“El Presidente de la República.-por cuanto: el Congreso Constituyente ha dado la ley siguiente. Artículo 1º  Aplazase la elección de Senadores y Representantes que deben realizarse el  11 de Noviembre del Presente año. Artículo 2º.- el Poder Ejecutivo designará la fecha de las elecciones de Senadores y Representantes una vez que se haga depurado el registro Electoral Nacional. Y se encuentren debidamente constituidos todos los organismos electorales. Artículo 3º.-En el caso de que se declare nula  la elección que favorece a un candidato, el Poder Ejecutivo convocará inmediatamente a elección parcial para reemplazar al inhabilitado: Comuníquese al Poder Ejecutivo para su promulgación: casa de Congreso en Lima a los siete días del mes de Noviembre de mil novecientos treinta cuatro. Clemente Revilla. Presidente del Congreso. M. Wenceslao Delgado. Secretario del Congreso.
Por tanto: mando se publique y cumpla  dado en la casa de gobierno en Lima a los ocho días del mes de Noviembre de 1934: O. R. Benavides A. Henriod”[10].

El día 24 del mismo mes el partido aprista fue declarado ilegal. Entonces los ánimos de los seguidores de  Víctor Raúl se exacerbaron aún más. Que según Villanueva (1976) las sublevaciones de a nivel nacional estuvo organizado de la siguiente manera: “Julio Cárdenas, fue nombrado coordinador del PAP para la insurgencia en la zona central, Manuel Arévalo y Leopoldo Pita  fueron para la zona norte, Hernán Boggie para Lima y Rómulo Meneses para el Sur; como jefes locales se nombró a Arístides Guillén para Ayacucho, Cirilo Cornejo para Huancavelica, Noe Ordóñez para Cuzco, León Gamboa para Huancayo; entre los oficiales comprometidos para la región  del Centro habrían estado el Comandante Beytia en Ayacucho, el Comandante Clodomiro Rosas en Huancayo, Mayor Larco en Huanuco y Capitán Bedoya en Huanta”[11]. En efecto la insurrección al ser descubierta en la capital, por mandato de “Haya de la Torre se ordenó a Pedro Muñiz dar la contra orden en todo los lugares, donde iba a producirse la revolución, sin embargo ésta contra orden llegó oportunamente a otros lugares pero tardíamente a Ayacucho y Huancavelica”[12].



[1] ARA Prefectura. Oficios Recibidos: Dirección de Gobierno. Leg. 96 año 1933.
[2]  Cotler, Julio “Clases, Estado y Nación en el Perú” IEP sexta edic., p. 247. 1992
[3] Ibídem., p. 248.1992
[4] Semanario regional Crisol, 21-07-1934,  p. 2
[5] ARA Prefectura. Oficios Recibidos de la Subprefectura de Ayacucho. Leg. 08 año 1932.
[6] Ibidem.
[7] ARA Prefectura. Oficios Remitidos Instituciones Armadas. Leg. 101 año 1932.
[8] ARA Prefectura Oficios Recibidos de la Subprefectura de Parinacochas. Leg. 33 año 1932.
[9] Semanario Regional Crisol, 21-07-1934 p, 3
[10] ARA. Prefectura. Dirección de Gobierno. Leg. 96 año 1934.
[11] Villanueva, Víctor “El Apra en busca del poder”, p. 116. 1975
[12] Ibídem, p. 169.

domingo, 4 de agosto de 2013

FUNDACIÓN DEL PARTIDO APRISTA PERUANO

FUNDACIÓN DEL PARTIDO APRISTA PERUANO


Durante la vida republicana en nuestra política del siglo XX en el tercer decenio ocurrió un hecho histórico, “en la noche de 20 de Setiembre de 1930, un grupo de trabajadores manuales e intelectuales, reunidos en un taller de ebanistería, en el barrio de la Victoria, Lima aprobaron y suscribieron el Acta de Inauguración de la Sección de APRA en la ciudad de Lima”[1]

El Partido Aprista Peruano surgió en un crucial periodo de nuestra historia republicana, en cuanto a los partidos políticos tradicionales no lograron sobrevivir la prolongada autocracia del Oncenio. Tal es así que el Partido Civil o civilista feneció de forma oficial cuando los representantes más notables como: los doctores Matías Manzanilla y Manuel Vicente Villarán expresaron al corresponsal de La Nación” de Buenos Aires que el Partido Civil había dejado de existir; en tanto el partido de don Nicolás de Piérola “El Partido Demócrata” casualmente había desaparecido después de la muerte del Califa[2]. Aunque algunos años más muy esporádicamente tuvo la vigencia en la formación de coaliciones en épocas electorales. La misma suerte corrió con el Partido Demócrata Reformista de Leguía, que con la muerte del dictador desapareció en 1930.   

La significativa contribución del naciente Partido Aprista Peruano como partido político en el Perú fue: “en la gran inquietud que despertó en los jóvenes, principalmente entre los estudiantes y trabajadores, alcanzando organizar una fuerza auténticamente popular a través de la cual movilizaron a los sectores mayoritarios que hasta entonces había permanecido al margen del acontecer político del país”[3]. De manera que se podría decir que el Partido Aprista Peruano había conseguido colocar al pueblo en la categoría de protagonista de su propio destino, esto fue a base de una intensa disertación ideológica de sus líderes y un esfuerzo tenaz de movilizaciones políticas como también la organización partidaria y acciones en defensa de los sectores más explotados.

El otro punto que quiero resaltar aquí es que antes de suscribir el Acta de Inauguración de la Sección de Apra en Lima,  existían ya constituidos varios secciones apristas en otros países. Tal fue el caso de la célula aprista de Paris (Francia) que funcionó desde el año de  1927, las secciones del Apra en Costa Rica, México, Santo Domingo, Bolivia, en Argentina existió  dos células activas uno en Buenos Aires con Juan de Dios Merel Dulanto y en la Plata con Luis E. Heysen, sin embargo faltaba en el país donde nació Haya de la Torre.

Cuando se vislumbraba la caída de Leguía en aquella época, “los apristas multiplicaron sus actividades especialmente en las Secciones Apristas de México y Buenos Aires, para lo cual  designaron a Luis E. Heysen y Luis Eduardo Enríquez por orden de  Haya de la Torre”[4] para que organice los preparativos de la creación del Sección Aprista en el Perú. Entonces, Enríquez retornó al país por vía Cuzco en el mes de Abril de 1930, pero cayó en poder de la policía y fue apresado, con la caída de Leguía el 22 de Agosto de 1930, el nuevo gobierno dio amnistía política y así salieron muchos apristas entre ellos, Luis Eduardo Enríquez.

Justamente los miembros del nuevo Partido Aprista Peruano: “se reunieron consecuentemente los meses anteriores en la misma vivienda donde se suscribió el Acta, la residencia perteneció a Carlos Muñoz ubicado en la calle “El Milagro” de la ciudad de Lima”[5]. Conforme se puede verificar en los diversos textos publicados,  el Acta de Inauguración de la Sección del Apra en Lima”[6] en donde se constituyó un Comité Ejecutivo fue encargado la Secretaría General al odontólogo de origen cuzqueño Luis Eduardo Enríquez; la comisión de economía a Alfredo Gamboa, además las comisiones de propaganda y disciplina, y también aprobaron la publicación de un semanario titulado “Apra” como  vocero oficial. “En aquella reunión participaron líderes apristas como Alcides Spelucín, Magda Portal, Serafín del Mar –seudónimo del escritor huancaíno Reynaldo Bolaños-, Francisco Galarreta, Arturo Bravo Pinto, Emilio D. Puente entre otros”[7].


Sin embargo, desde la creación de este nuevo partido político, los apristas fueron perseguidos y encarcelados. Hoy el Apra es uno de los partidos políticos más longevos de nuestro país. A la fecha cuenta con más de ocho decenios de vida política ininterrumpida. No obstante que dentro de este periodo tuvo épocas de virajes, retrocesos y triunfos, de modo que los apristas rememoran las épocas de persecuciones políticas también los encarcelamientos en los gobiernos dictatoriales de Sánchez Cerro, Benavides y  Odría. Estas épocas incluso: “fueron declarados como ilegal y proscrito”[8]. A estas pesadumbres de los apristas, Basadre refirió al respecto: 

“Poco después de establecerse el nuevo partido fue perseguido como eran las organizaciones de la extrema izquierda. La persecución  alcanzó a los principales dirigentes del Apra (...) Seoane fue desterrado a Buenos Aires junto a Luis Heysen, acusados ambos de actividades conspirativas al gobierno peruano (...)”[9].

En 1932 las persecuciones continuaron con mayor tenacidad por el gobierno de Sánchez Cerro[10], veintitrés representantes apristas ante la Asamblea Constituyente fueron desaforados, perseguidos y posteriormente desterrados. El día 7 de Julio del mismo año amaneció entre balas y movimientos callejeros. Se había iniciado un proceso de revolución en Trujillo liderado por un  militante aprista de nombre Manuel Barreto a quien la gente, por su contextura robusta lo llamó como “el Búfalo”.   Este fue un líder obrero aprista nacido en Callao al parecer los apristas le deben su seudónimo a este hombre.

Los revolucionarios llegaron a tomar la ciudad, y fue: “nombrado el Prefecto del pueblo Agustín Haya de la Torre, hermano del fundador del Apra”[11].  La respuesta del gobierno de turno fue muy aplastante y  dramática, en efecto, “miles de aprista fueron perseguidos, torturados y fusilados en Trujillo.  Aun  así, el proceso revolucionario que se había iniciado en Trujillo”[12]. Posteriormente fue secundado pronto por movilizaciones populares en diferentes puntos del país: Cajamarca,  Huaraz, Huancavelica posteriormente en Ayacucho.

El día 30 de Abril de 1933 fue asesinado Sánchez Cerro[13]. Lo sucedió en el poder el General Benavides, reiniciando una nueva y dura etapa de persecución de los apristas. La represión continuó y los presos políticos del Real Felipe, realizaron huelga de hambre para entonces, el proceso contra Haya de la Torre cobró un giro inesperado. “En el mes de mayo del mismo año, los empleados del juzgado se constituyeron a la cárcel con el objetivo de realizar la declaración instructiva de Haya de la Torre”[14]. Según Murillo (1976), el líder aprista se negó cooperar y declarar dicha instructiva, sin embargo, por consecuencias de un criminal atentado en su celda, Haya de la Torre fue liberada. En el mes de Agosto de 1933 se dictaron algunas medidas a favor de los perseguidos políticos,  entre ellas,  la ley 7782  para los presos políticos, la autorización de las libertades públicas  y el corte a todos los juicios de excepción  de las acciones protagonizadas por la corte marcial que se refería fundamentalmente a los expatriados. En el mes de Octubre se reabrieron los locales del partido y, pese a la oposición de los remanentes sanchecerristas, el diario de circulación nacional La Tribuna volvió a circular.  Se inauguraron 20 locales de la universidad popular “González Prada”. También se inauguraron los primeros comedores populares del pueblo. Volvían los desterrados quienes impulsaron la reorganización  de la maquinaria del partido. Y en el mes de noviembre en la Plaza de Toros de Acho[15] nuevamente se reunió el pueblo para escuchar las propuestas del fundador del Apra.

Todo parecía que andaba bien, hasta que Riva Agüero fue nombrado presidente del gabinete del General Benavides en 1934, inmediatamente reinició una nueva y dura etapa de persecución al partido aprista peruano. Sin embargo los apristas reclamaron elecciones limpias al Gral. Benavides, igualmente la reincorporación de los parlamentarios destituidos, y también exigieron la derogatoria de la Ley de Emergencia que estuvo  vigente.  El descontento de la población creció cada vez más por los rumores sobre  una probable postergación de las elecciones. En efecto, en: “un breve tiempo, con el apoyo de la Alianza Nacional y un grupo de militares en actividad intentaron  sublevarse con resultados insignificantes. Se produjeron los actos de insurgencia en defensa de los derechos del pueblo. Por delación se frustró la conspiración y fueron apresados más de 200 apristas”[16]. En el año de 1935 el partido aprista fue declarado ilegal, el sustento de tal determinación fue en que en el Art. 53 de la Constitución del 1933, declaró fuera de la ley a los partidos políticos de carácter Internacional. En 1936 se ratificó la medida que proscribió al partido de Haya de la Torre impidiéndosele la participación en las elecciones generales. En 1937 en el norte de Lima fue asesinado uno de los mejores líderes Manuel Arévalo  Cáceres, al capturarlo lo aplicaron la Ley de la fuga disparándole un artero balazo por la espalda. “Estas dramáticas situaciones de los aprista hasta el años de 1945, fueron sometidos a una implacable persecución, denominada como la gran clandestinidad”[17]. Y que después prosiguieron durante el gobierno del Gral. Odría. De hecho estos acontecimientos formaron, forman y formarán parte de las memorias de los apristas. Cómo son recordados por sus militantes especialmente en Ayacucho.

 En consecuencia el Apra fue el primer partido moderno y de masas de nuestro país; adoptó una ideología propia que pretendía repensar el país desde una óptica marxista latinoamericana; se dotó de una organización, una mística y una disciplina férrea que le permitieron sobrevivir duras épocas de persecuciones y encarcelamientos, así como cambios drásticos en su línea político-doctrinaria; protagonizaron los momentos más importantes de la historia política peruana de las últimas ocho décadas.  Para los peruanos de todas las edades, el Apra es un referente importante de sus pasiones y certidumbres políticas: de hecho, resulta casi imposible permanecer indiferente a su presencia, a su legado histórico y a su conocido -aunque cambiante-  apego por los símbolos y rituales partidarios.     





[1] Entrevista Alicia Valdivia Guillén Ayacucho 25-07-2007
[2] Fue el seudónimo de don Nicolás de Piérola, en razón de su barba blanca, murió en el año 1913.
[3] Op. Cit., Murillo, p. 90
[4] En aquella época Haya de la Torre se encontraba en Berlín Alemania deportado desde 1929.
[5] Op. Cit., Murillo, p. 86
[6] En la actualidad este cuaderno de Acta que registra aquel episodio se conserva en el archivo del Partido Aprista Peruano en Av. Alfonso Ugarte Nº 1012  Lima –casa del pueblo- el cuaderno tiene las siguientes características: cuaderno escolar de pasta roja, y que según Murillo había sido adquirido al precio de 30 centavos en la librería “Herrera Méndez” en la esquina Juan Pablo y Trinidad, y que posteriormente estuvo en el poder del abogado trujillano Francisco Galarreta por un periodo de 30 años.           
[7] Véase el anexo Nº 01
[8] Op. Cit., Murillo, p. 359
[9] Basadre, Jorge “Historia de la República del Perú”  tomo XII, p. 128. 1970
[10] En los primeros meses de su gobierno Sánchez Cerro habló de una apertura democrática; pero después optó por la represión y el 3 de Febrero de 1 932 cerró la Universidad Popular González Prada. Véase Taylor, Lewis “Los Orígenes del Partido Aprista Peruano en Cajamarca”, p. 47. 2000.
[11] Op. Cit., Murillo, p. 215
[12]En homenaje a  los 75 años del episodio en Trujillo, el congresista por Apra Luis Negreiros Criado manifestaba. “Que dura es la tarea de volver a la revolución de Trujillo imponiendo la serenidad y objetividad que nos exigen los 75 años transcurridos  desde que  aquella luctuosa madrugada de 7 de Julio de 1932 (…)”. Véase La Tribuna 06 de Julio de 2007 p. 12.
[13] (…) A través de una resolución del Congreso Constituyente declararon duelo Nacional los días 1° 2° 3° de Mayo de 1933, por el sentido homenaje. Que debían rendir el pueblo peruano a la memoria de su Presidente que había caído víctima de la bala traidora de la secta internacional del Apra, nada menos en los precisos instantes que cumplía con su deber patriótico. Véase ARA La Prefectura.leg.08, cuaderno 18. Año 1933.
[14] Luna, Germán “Haya de la Torre y APRA”, p. 84. 1984
[15] Fotografía inédita de aquella época –pertenece a la señora Margarita viuda de Meléndez. Haya de la Torre  en Plaza de Toros en Lima 1933. Véase anexos,  p. 111
[16] Op. Cit., Murillo, p. 98
[17] Este periodo corresponde de 24 de Noviembre 1934 al 15 de Mayo de 1945, esto puede aplicarse aún a los pocos meses de tregua o de pacificación con que inició su gobierno el General Benavides, ya que se mantuvo una situación precaria y en rigor al Apra no le fueron reconocidos sus derechos a la cabalidad. En efecto, no fueron incorporados los 23 representantes apristas a la Constituyente, tampoco se derogó la Ley de Emergencia, además para los apristas no aplicaron la Ley de Amnistía sentenciados por la corte marcial. Ibídem, p.295.