La
perspectiva del liderazgo político
Desde la perspectiva de Verba, el liderazgo político ha sido durante largo tiempo una inquietud y preocupación central del análisis político, de modo que frecuentando por identificar a los jefes y describir sus características[1]. Como hemos visto hasta ahora, aunque no es un fenómeno nuevo ni en su existencia, ni en su investigación, ha sido con la irrupción de la sociedad de masas, la aparición de los partidos y la lucha por el poder cuando se ha configurado con los perfiles que hoy lo conocemos, iniciándose un estudio más sistemático del mismo[2].
De acuerdo a la visión de Blondel (1987), si reducimos la política a su esencia, a lo que es más perceptible para la mayoría de los ciudadanos, ésta se ajusta hoy a los líderes políticos nacionales que quedan en la memoria colectiva cuando todo lo demás ha desaparecido. De tales definiciones se desprende en efecto, de que los líderes y el fenómeno al que dan lugar, establecen el elemento más reconocido y universal y, del que más se habla en la vida política de todos los países[3]. Del análisis anterior señalamos desde el enfoque de Elorriaga (1976) que el liderazgo significa reconocer la importancia que los hombres tienen para el desarrollo político de los pueblos, sin olvidar el papel que desempeñan también las instituciones y los procedimientos[4].En consecuencia, el liderazgo político es un tema de estudio muy atrayente y, al mismo tiempo, como ya hemos mencionado anteriormente, difícilmente desarrollable y adaptable a un único esquema de análisis académico-científico. En tal sentido, pareciera que las dificultades comienzan con la propia definición del fenómeno. Puesto que son muchos los investigadores que se han esforzado por aportar una medida sobradamente precisa como para demarcar el mayor número de manifestaciones especificas del liderazgo político. A juzgar por la continuidad de los intentos, podemos concluir que quizás ninguno de ellos ha logrado su objetivo de manera incuestionable o definitiva.
En lo referente a la finalidad y teniendo en cuenta las dificultades de definición, nos parece esencialmente valiosa la síntesis que sobre el término liderazgo político ha desarrollado Natera Peral. En virtud de distinguir el tratamiento de las imágenes clásicas del liderazgo y las modernas aportaciones a la cuestión.
Los defensores de esta postura sostienen que, hasta que no se institucionalizó la ciencia política a principios del siglo XX en los Estados Unidos de Norteamérica y posteriormente en Europa, la historia del pensamiento político brindó variadas y ricas aproximaciones a la cuestión del liderazgo. Tal como hemos anteriormente, Platón con la descripción de la figura del filósofo-rey, Maquiavelo a través de los perfiles trazados para un Príncipe capaz de adquirir y consolidarse en el poder y Hobbes con su poderoso Leviatán, fueron tres referentes de los más significativos de esta contribución. El debate nos permite mencionar otro gran referente clásico en el estudio del liderazgo lo constituyó la discusión en torno al rol que juegan los líderes políticos en el desarrollo concreto de los acontecimientos históricos. En cuanto en dicho extremo, frente a los enfoques defendidas por la denominada “Teoría del gran hombre”, encontramos la concepción del líder entendido como marioneta.
Al parecer desde los años 1970 hasta la actualidad no han cesado de publicarse nuevas estudios referido al concepto de liderazgo político desde diversas perspectivas. Todas ellas han beneficiado el campo de la investigación pero, al mismo tiempo, han generado aún más confusión porque es muy difícil realizar una sistematización con tantos estudios definitorios que los académicos han formulado sobre el tema. En tal sentido en este apartado hemos incluido algunas de las más significativas contribuciones y, al tiempo, más adecuadas para caracterizar a nuestro objeto sobre líderes políticos. Así, para Katz (1990), el liderazgo es el proceso por el que un individuo ejerce consistentemente más influencia que otros en la ejecución de las funciones del grupo[5]. De acuerda a esta visión resaltaremos que el liderazgo es una actividad vinculada a determinados actores que radica en facilitar una visión y, al mismo tiempo, en buscar y movilizar apoyos políticos para llevarla a la práctica. Nanus (1995), del análisis anterior ha manifestado que el liderazgo consiste en la capacidad de definir, articular e institucionalizar nuevos valores y ofrecer nuevas visiones de escenarios futuros en la organización política, utilizando una gran diversidad de materiales transformadores de su entorno, esto es, desarrollando en ella las capacidades suficientes para convertir la visión en realidad[6].
Adicionalmente reiteramos, que es cuasi imposible formular una única definición del liderazgo político. Sin embargo, como ya argumentamos para el liderazgo en sentido genérico, se pueden identificar una serie de notas comunes a muchas enunciaciones de liderazgo político que se han ido ofreciendo.
· En primer lugar, en todo liderazgo político son identificables unas habilidades para el mismo, siempre difíciles de fijar.
En primera cuestión Blondel distingue dos dimensiones del liderazgo en función del impacto que ocasionan los líderes en el sistema político, según el detalle:
· Por la extensión o alcance del liderazgo.
· El grande
Mientras en el segundo grupo incluiríamos a líderes cuyo impacto se produce sobre una o varias políticas concretas. Finalmente en el último grupo, en el liderazgo de alcance especializado, la presencia se reduce a un período o circunstancia muy concreta, sin llegar a desempeñar un papel sobre la totalidad del sistema político.
Desde esta perspectiva en lo concerniente a la profundidad de los cambios promovidos por el líder, es factible distinguir otros tres tipos. Cuando el cambio producido sea capaz, tan sólo, de producir algunos cambios no especialmente determinantes que se juzguen trascendentales, estaremos ante un liderazgo moderado. Por último, si se considera que los cambios no han conseguido modificar en exceso la situación precedente, estaremos ante un liderazgo mínimo.
Por lo tanto la combinación de los seis criterios propuestos ofrece una tipología de nueve modelos distintos en la que con más o menos fidelidad pueden ser incluidos líderes pasados y presentes.
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